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No debe haber enfrentamiento entre el Evangelio y la Iglesia – Francisco Cano

1 Cuaresma 2022 C Lc 4,1-13

Este enfrentamiento se da cuando el cristianismo, mediante la Iglesia, se organiza más como Religión que como Evangelio.

Nos encontramos con una enseñanza decisiva para la Iglesia entera: no separarse de Jesucristo por causa de la religión. Las religiones crecen, los seguidores de Jesús disminuyen y la mayoría de los que se llaman tales viven un cristianismo convencional.

Las tentaciones son una realidad del Jesús hombre que tuvo que afrontar para llevar a cabo su misión: rechazar el mesianismo falso que pretende satisfacer las necesidades de la gente, pero que no cambia la vida; el mesianismo de una falsa política que reduce el reino a cuotas de poder o a imposición de un sistema nuevo; el mesianismo de una falsa religión que es la que pretende confundir la acción de Dios con la milagrería o con fenómenos mágicos. Porque si es así, y en muchos casos lo es, tergiversamos por completo el mensaje de Jesús y nos olvidamos de que nos alejamos de aquel hombre bueno que fue asesinado por la religión.

Jesús rechaza estos mesianismos que tienen tanta actualidad hoy. El mesianismo de Jesús es el del Siervo de Yahveh que le llevará a la cruz. Y esto no es de recibo hoy.

Lucas nos dice que el Espíritu dirige a Jesús por otra parte, venciendo las tentaciones, pero éstas siguen actuando eficazmente… Hoy se cumple lo que Lucas nos narra: “El diablo “se retira” hasta otra ocasión. Y en esa “otra ocasión” hemos estado y estamos. De ahí la necesidad de conversión permanente.

Hoy vemos que el Evangelio se sitúa frente a la Iglesia para recordarle que la presencia de Jesús es inquietante, porque se nos envía a ir por el mundo predicando una libertad que los hombres no pueden comprender. Si el cristianismo, mediante la Iglesia, se organiza más como “Religión” que como “Evangelio”, la Iglesia tiene que pasar por donde pasan todas las religiones: rangos, dependencia, sumisión y subordinación a superiores, y esta es la gran tentación que Jesús superó y a la que nosotros sucumbimos, ya sea como personas, como comunidad, como Iglesia.

Hoy son muchos “los religiosos” que, empleando la Palabra de Dios y apoyándose en ella, optan desde la religión por una vida confortable, distanciándose del Dios de Jesucristo, porque optan por el poder, la gloria y la seguridad, “sostenidos por sus manos” para caminar sin tropiezos ni riesgos de ningún tipo. En una palabra: es diabólico organizar la religión como un sistema de creencias y prácticas que dan seguridad.

Por esto la enseñanza del evangelio de las tentaciones resulta decisiva para cada uno de nosotros, para la comunidad a la que pertenecemos, para la Iglesia.

Las tentaciones son planteamientos en los que se proponen maneras falsas de entender y vivir la misión: utilizar a Dios, la religión, para completar nuestro bienestar, tranquilizar nuestras consciencias y vaciar nuestro cristianismo de compasión.

Jesús sólo multiplicará los panes para alimentar el hambre de la gente; no poder y gloria, sino camino nuevo de servicio humilde y de acompañamiento fraterno a los hombres y mujeres de hoy tan necesitados de amor y esperanza.

Jesús nunca pone a Dios al servicio de su vanagloria. Estará entre los suyos como el que sirve. La crisis nos obliga a preguntarnos por nuestras raíces. Creo que la situación actual nos lleva a vivir como creyentes porque ahí está Dios sanando nuestro ser. Hoy esta experiencia nos ayuda a entender este lenguaje difícil de Jesús que, en contra de toda lógica de apropiación y seguridad, propone la desapropiación y la pérdida como camino de una vida más plena. Y esto que hemos visto es lo que os anunciamos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y para que creyendo tengáis vida en vosotros.

A los que le recibieron dio poder de hermanarse con Él en la común filiación y en la común fraternidad… aquellos que han creído en su nombre. Feliz Cuaresma.

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