Artículos

La tragedia de Dios – Francisco Cano

4 Cuaresma 2022 C Lc 15,1-3.11-32

Esta Palabra es de plena actualidad. La realidad presente nos habla de forma evidente de la situación de muchas familias desestructuradas, parejas en situación irregular, etc. Y dentro de esta situación existencial se presenta esta parábola, que narra la tragedia de un padre que, a pesar de su amor increíble a sus hijos, no logra construir una familia unida. ¿Se dedica el padre a condenar a los que viven así? No.

Nosotros clasificamos a todos estos que viven en “situación irregular”; sin embargo Dios nos sigue esperando a todos, Pero, ¡ojo, con los que nos quedamos en casa cumpliendo, pero no amando! Porque entonces negamos que Dios sea Padre de todos. Ese es el escándalo, no el hijo que se va de casa disipando su fortuna viviendo perdidamente, “dissipavit substantiam suam vivendo luxuriose”.

Esta parábola que a tantos ha seducido a lo largo de los siglos del padre bueno, la mal llamada “parábola del hijo pródigo”, que ha sembrado de “moralina” a tantos predicadores, no es lo importante a destacar, sino la del hijo mayor, que muestra su tragedia porque nunca se ha marchado de casa, pero su corazón ha estado siempre lejos; cumple, pero no ama. No logra entender el amor del padre a su hijo perdido. Él no acoge ni perdona, no le interesa la situación de su hermano, ni acepta el comportamiento del padre: no entiende el amor de su padre para con aquel hijo perdido.

Sí, está perdido pero desea volver a casa. No es que muestre conversión, lo que tiene es hambre, lo primero que se muestra es una necesidad humana sin satisfacer: “ego autem hic fame pereo”. Le motiva, no el arrepentimiento, sino el interés y la necesidad. El joven no habla de pecado, sino de desorden, por esto se deforma la palabra de Jesús cuando se presenta como cuestión de religión, cuando a la hora de la verdad es un problema de humanidad: “in domo patris mei abundant panibus”, los jornaleros tienen abundancia de pan. Aquí es donde se destaca la profunda humanidad de Dios.

Muchos han abandonado la Iglesia. ¿Qué hacemos los que estamos dentro? ¿Cumplir o ser testigos del amor gratuito de Dios? Tenemos que ser casas abiertas que saben acoger a todos y acompañar a quienes buscan…, porque el vacío interior y el hambre de amor pueden ser signo de nuestra lejanía de la casa paterna. La comunidad cristiana tiene que tender puentes, ofrecer acogida y amistad. Esta acogida, se convierte, lo sepan o no, en acogida de Dios. No nos apropiemos de Dios los que “estamos dentro”, que es Padre de todos. Sufrimos porque, a pesar de su amor, Dios no logra construir una familia unida, y esa es la tragedia de Dios. Lo dice Jesús.

Demos gracias a Dios por nuestros pisos de acogida, que ahora se tienen que incrementar por nuestros hermanos ucranianos. Y agradezcamos que, estando dentro, acogemos a los que se han ido y son el motivo de nuestra profun da alegría, eso quiere ser Asís.

Share on Myspace