COVID19: Selección antinatural - Antonio Calvo Orcal

Los más aptos para la vida son los que han sobrevivido. Aunque Kropotkin ya mostró en El apoyo mutuo que, en ocasiones, el más fuerte es quien sabe unirse y colaborar. El ser humano es ese extraño en la evolución que ha llegado a comprender que la excelencia consiste en buscar la perfección individual en comunidad. Algunos han llamado a esta anomalía natural una persona de personas.

En otras épocas, cuando las memorias eran los hombres vivos, a los ancianos se les reverenciaba. Todavía quedan algunas culturas y algunas personas, en los arrabales del mundo sedicentemente más civilizado, que cuidan y respetan a los mayores.

En nuestras sociedades pragmáticas y tecnificadas, supuestamente avanzadas, cuando las cosas se ponen cuesta arriba y no se han previsto posibilidades para todos, porque había otras fruslerías más urgentes a las que dedicar los muchos recursos manejados, se criba a la gente con los siguientes criterios, aceptados por los Comités Nacionales e Internacionales de Bioética, todos muy sesudos, pero que, en estas ocasiones me recuerdan a los sindicatos de salón al uso, muy útiles para legitimar la barbarie, no para denunciarla.

Los criterios son los siguientes: a) probabilidad de recuperación; b) edad; c) utilidad social. El primero parece razonable, si los otros dos criterios no ciegan el ojo clínico. El segundo es el criterio más innegable, pero ¿da por bueno que la vida humana es cuestión de cantidad de años? Si es así, me parece muy discutible. El tercero, el de la utilidad social, hoy, en esta España nuestra, es para echarse a temblar, porque se da el caso de que los mayores están manteniendo y aupando la vida de los jóvenes a falta de un sistema social que, de verdad, les tenga en cuenta en su dignidad.

A esta selección que se está dando ante el uso o la negación de los medios que, con toda probabilidad, van a salvarles la vida, no se puede llamar eutanasia, ya que no hay intención de acabar con la vida de una persona, sino la de salvar al más valioso. El asunto, que pone los pelos de punta, es que no está claro, en absoluto, quién es más valioso, quién se va a recuperar mejor, que la cantidad sea el mejor criterio, ni siquiera quién es el más útil.

Aun así, estoy convencido de que muchos de los así relegados, darían su vida si se les diera a elegir. Pero, el hecho es que por el “bien social” se les condena con mucha probabilidad a una muerte anticipada.

Zaragoza, a 27 de marzo del 2020