COVID19: Frente a dilemas éticos reductivos: soluciones universales - Luis Ferreiro

Disculpad, pero no puedo evitar entrometerme en la discusión de los escritos de Antonio Calvo, Enrique Bonete y Carlos Díaz que se refieren a una controversia ética que ha surgido estos días ante la escasez de medios clínicos para pacientes graves con riesgo para sus vidas.

Se presenta como un dilema ético la selección de unos pacientes en detrimento de otros, según criterios que se suponen justos, codificados en protocolos o reglas de decisión. Quiero considerar varios aspectos:

1. El planteamiento del dilema a partir de casos no es neutral: ¿por qué hay que partir de un conflicto entre el interés de la vida de un señor de 80 años y el de una madre de 50 con tres hijos? Quien expone el dilema pone la trampa y quien lo acepta cae en ella.

¿Qué pasaría si la elección se plantea entre dos ancianos de 80 años o entre dos madres de 50 con tres hijos cada una? ¿Cómo se decide entonces? Habrá quien plantee añadir un segundo criterio, pero ¿cuál?, ¿qué característica secundaria será decisiva y debe ser incorporada en la regla? Se complicaría la decisión, incluso se retardaría con peligro para los pacientes. Verdaderamente, no creo que una regla utilitaria sea justa, pero tampoco útil. Y tampoco humana: si un padre tiene que elegir entre dos hijos ¿habría una decisión posible para él?

2. Aceptar derivar principios o reglas a partir de casos escogidos me parece un procedimiento viciado en origen, que podría dar lugar a reglas adecuadas para obtener los fines deseados previamente.

3. El planteamiento del dilema se hace en un marco del discurso ético previamente establecido tan estrecho como se quiera por parte del que plantea el dilema a partir de una casuística. Se impone analizar ese marco antes de aceptarlo. Hoy el marco es la promoción de la eutanasia, cuyos apóstoles no desaprovechan ninguna oportunidad para hacer pedagogía y apología de sus presuntas bondades.

4. No seamos ingenuos. Aceptar el dilema en ese marco es trabajar para el enemigo. Hay que ampliar el marco del discurso. Carlos Diaz lo hace con gracia con el ejemplo del filósofo joven insolidario y el viejo solidario. En efecto, al añadir una dimensión ética se pone en entredicho el utilitarismo reductivo, poco o nada venerable. El utilitarismo es muy preciso para manejar problemas éticos muy restringidos, meros dilemas de comerciantes entre bienes cuantificables (por ejemplo, en dinero), de justicia conmutativa. Pero es demasiado ciego para guiar la conducta cuando están en juego magnitudes inconmensurables como el valor de las personas como tales. Además, comprobamos empíricamente lo que sucede cuando para salvar la vida de un niño se exponen las vidas de muchas personas. El ser humano es así y parece que lo seguirá siendo, gracias a Dios. Cuando se cambian 10 soldados prisioneros por un capitán, ya no es la dignidad intrínseca la que entra en juego, sino que se pesan cualidades extrínsecas.

5. El marco del dilema planteado escamotea un hecho estructural económico y político que lleva consigo un desorden axiológico. Hay un dilema debajo del dilema: hay que elegir entre una distribución de medios equitativa o no, flexible o no.

Los respiradores del ejemplo existen en otras comunidades y pueden ponerse a disposición de los hospitales donde escasean, la política debe asignar solidariamente los medios y disponer su desplazamiento a donde sean necesarios. Pero vayamos más allá: en África no hay tantos respiradores como serían necesarios. Este hecho, por sí mismo, es un síntoma de una injusticia, puesto que atenta contra el derecho a la vida, siendo posible una organización sanitaria a escala mundial. Pero, además, el egoísmo se vuelve contra nosotros: si en África hubiera esos medios, en el estado actual de la pandemia sería posible que lo cedieran a nuestros hospitales, de manera que no se plantarían dilemas. Habría un parque mundial de respiradores que se podrían desplazar allí donde hicieran falta, bajo control de una autoridad sanitaria mundial, tal vez la OMS reestructurada una vez asimilada la lección de la pandemia.