Querido Luisen - Mariano Álvarez Valenzuela

Querido Luisen, antes que nada, he de decirte que me alegró mucho saber de ti, pues hace mucho tiempo que no te veo por el Instituto Mounier.

He leído tu escrito en el que te diriges a nuestro querido amigo y maestro Carlos en relación a tres cuestiones concretas, y como lo haces de forma abierta, permíteme que me tome la libertad de sumarme, también de forma abierta, lo que a mí me suscitan tus preguntas.

Si quisiera decirlo en plan filosófico te diría que Dios es el A Priori, Jesús es la Palabra y su forma de actuar en el mundo es a través de una relación dialógica entre Él y el mundo.

Pero esto, que es una reflexión teórica, más o menos acertada, en todo caso no está en el origen de lo que para mí es Dios. Precisamente porque yo mismo no me reconozco a partir de mi razón; y si ya mi razón no da razón de mí, ¿cómo voy a tener palabras para responder a tu pregunta?

Para responder a esta pregunta lo tengo que hacer desde mi experiencia existencial, experiencia que está insertada en la historia de todo hombre, sea creyente o no; y como bien sabes, cada persona es un absoluto, tiene un nombre propio, un nombre que no comparte con nadie, un nombre que, al ser nombrado, le relaciona con quien le nombra y a la vez se reconoce a sí mismo.

En ese acto experiencial, la única palabra que de mí puede salir ante la palabra que me nombra es ¡Padre!

Ante la Palabra que me llama sólo preciso de una palabra para responder; no se precisa nada más.

Será después, ante tu segunda pregunta, quién es Jesús para mí. Es entonces cuando mis sentidos se activarán para oír, para ver, para tocar, para saborear y, en definitiva, experimentar con todo mi ser, con toda mi razón y con toda mi voluntad; porque es ahora cuando la Palabra, aquella Palabra, ha tomado cuerpo, se ha hecho carne de mi carne y aquí ya tengo a ese ‘alguien’ que tú echabas en falta en la primera pregunta.

Creo que es muy difícil, es más, creo que es imposible responder a esta segunda pregunta sin responder a la primera. Porque la primera palabra que ese Jesús nos dijo fue que Él no venía a dar testimonio de Sí, que venía a dar testimonio de su Padre. Se entiende ahora un poquito más lo que estoy queriendo decir, ¿verdad?

Me queda la tercera, en la que preguntas cómo actúa Dios en la humanidad; y aquí me quedo pensando cómo es posible que no le hayas puesto nombre, como a las dos primeras.

¿Se te ha olvidado lo que ese Jesús por el que nos has preguntado dijo? “Es preciso que yo me vaya para que venga el…”. Te la dejo para que la pongas tú, pues estoy seguro de que la conoces tanto o más que yo. Sí, a través de Él es como opera. La forma concreta también la sabes mejor que yo, pues precisamente opera a través de ti.

Mil gracias, querido Luisen, por sacarnos de la superficialidad cotidiana con tus preguntas.

Aprovecho para decirte que me gustaría verte más por los actos del Instituto Mounier.

Un fuerte abrazo.

Mariano.