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Mi amigo – El loco – Mariano Álvarez Valenzuela

Esta mañana me desperté súbitamente, con los ojos muy abiertos y con una profunda y exuberante sensación de libertad. Despertarme y levantarme aconteció al unísono, no cabía espera alguna, toda mi existencia estaba envuelta en el propio acontecimiento y ese acontecimiento era el de una presencia, la presencia de mi Amigo. Pero antes de seguir contándole mi experiencia, querido lector, quiero preguntarle si alguna vez ha experimentado algo semejante; “que no, me responde; pero que si tiene muchos amigos”. Bueno, eso mismo pensaba yo con anterioridad, lo que me hizo reflexionar.

Pronto me di cuenta en la diferencia, sutil pero profunda, que hacía que mi vida cambiase radicalmente y pasase de la rutinaria cotidianidad a la novedad, al asombro maravilloso de poder desligarme de mí, a romper las cadenas que me ataban a mí; yo por encima de todo era yo. Sí, tenia relaciones con mucha gente, sentía afecto por muchos y a su vez ellos me correspondían de la misma forma. Compartía con ellos gustos, aficiones, objetivos, incluso pasiones, pero yo seguía siendo por encima de todo yo, no había novedad y ellos también eran lo mismo en ellos y tampoco experimentaban nada nuevo en sus vidas.

No tuve que razonar mucho para encontrar el por qué de esa novedad, no tuve que buscar razonamientos científicos que evidenciasen causalmente tal cambio, ni tampoco argumentos filosóficos que me lo justificase; solamente me bastó una palabra, una simple palabra suya, me dijo, “Yo te Amo”, te amo sin más, gratuitamente, dispón de mí”. Antes de responderle y aún dentro de mi propio asombro yo pensaba: qué intrepidez y estupidez es esa de que un desconocido se me acerque incondicionalmente a ofrecérseme sin más ni más, este tío debe estar loco.

Pero súbitamente y antes de que yo pasase a tomar la iniciativa, esta palabra de “loco”, me afectó, me infectó, me trastocó y entonces sentí que todo se volvía del revés, todo lo veía diferente y empecé a oír las voces de mis antiguos amigos que me decían: “Mira lo que tienes delante, no pierdas la realidad”. ¡Pero eso que ellos tenían de frente yo lo veía detrás! y como veían que no les hacía caso seguían diciéndome: “Esfuérzate, vuelve a la realidad, no abandones la lógica, no abandones este mundo que compartimos desde pequeños, tienes que esforzarte, sabes bien que la razón es tu mejor amigo, en ella reside tu poder, tu autoestima…” Yo estaba en un estado de confusión angustiosa pues al mismo tiempo oía otra voz que me decía: “No les hagas caso, aquí no hay que esforzarse para conseguir ningún objetivo, aquí no se te piden cuentas, aquí no hay leyes, ni paternalismos, ni esquemas, ni camino, ni apariencias, ni méritos, ni….”.

¡Qué angustia! ¡Qué vértigo! Yo seguía viendo todo al revés; las curvas, rectas; las rectas, quebradas y las quebradas, curvas; me dolía la cabeza, era como si la tuviese desencajada de su sitio, la tenía del revés, todo me daba vueltas como en un carrusel y entonces me dormí y aún en sueños me oía a mí mismo diciéndome: “¡Él me ama primero, incluso antes de que yo le ame!, me ama sin pedirme nada a cambio, incluso sin que yo le ame, ¡me ama gratis! Y aún en sueños, me reafirmaba, ¡Está loco!

Pero yo seguía dándole vueltas y me decía: “Ninguno de mis antiguos amigos jamás se me ha ofrecido así. Tampoco puedo comprarle, no me da pie a ello”. Yo seguía reafirmándome y diciendo, “verdaderamente está loco”, pero era como si él captase mis pensamientos y en mí resonaba su voz que me repetía muy suavemente, como no queriendo forzarme: “Solo tienes que dejarme entrar en tu casa y dejar que te acompañe a donde tú vayas, que sea tu amigo íntimo”, accedí silenciosamente y me dormí profundamente.

Al despertar ya no me dolía nada, la cabeza encajaba perfectamente en su nueva posición. Sentía mi libertad subir desde el estómago como una fuerza de juventud, a la vez que en mí resonaban las palabras de mi amigo, al que en mis pensamientos llamé loco, “Recuerda, no me has elegido tú. Te he elegido yo a ti. Te he querido mucho antes, incluso de que tú supieras de mí.”

Y desde entonces, todas las mañanas vuelvo a gritar:

“¡Veo todo diferente!

¡Todo diferente!

¡Todo diferente!”

Aunque mis antiguos amigos exclamen:

“¡Está loco!

¡Está loco!

¡Está loco!”

Pero querido lector, no quiero despedirme de usted sin decirle que desde entonces me he encontrado con nuevos amigos, estos ya son amigos íntimos, amigos libres, amigos que se han visto liberados de las cadenas de su yo, amigos que no se dejan comprar ni se venden por intereses. Amigos que han descubierto la fuerza y el poder del saberse amados por mi Amigo El Loco. “DA MAS FUERZA SABERSE AMADO QUE SENTIRSE FUERTE”, me dice uno de ellos.

Eso sí, todos ellos se saben locos y sin vergüenza.

Será verdad ese dicho popular que los cuerdos citan con frecuencia de que la verdad sólo la dicen los niños, los borrachos y los locos. ¡A qué esperan!

Concédame querido lector un segundo más antes de terminar mi relato, con un breve apunte en forma de síntesis y que evidencia el punto de transición entre le locura y la cordura a la que en el relato hago referencia. Es un enfoque antropológico erróneo ya que se fundamenta en la visión con que el actual hombre de la civilización percibe a la Naturaleza y a sí mismo.

Deslumbrado por su razón científica, causal, lógica y materialista, es incapaz de salir de ese ámbito al que denomina Problema y es incapaz de abrirse al ámbito del Misterio en el que el Amor ilumina su razón. En el primero él es quien domina la situación, en el segundo debe entregarse voluntariamente, debe abrirse y aceptar la oferta del que llama Loco.

Supongo que todo esto ya lo sabía y mucho mejor que yo. Si es así, seguro que sabrá disculpar mi osadía.

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