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Afrontar los conflictos familiares y nacionalistas – Francisco Cano

14. T. O. 2021 B Mc 6,1-6

No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”. Familia. ¿De qué familia hablamos?

Jesús crea un nuevo tipo de familia. ¿Será posible? Sí, desde el fracaso de su propuesta que ha sacudido la conciencia nacional, desde el quebranto de los valores que sustentan su estructura familiar, hiriendo lo más sensible de sus gentes, no por lo que dice, sino por lo que implica su nuevo programa de familia, desde ahí, desde este fracaso, comienza la nueva familia mesiánica.

Marcos nos presenta en este caso, no el enfrentamiento con los escribas de Jerusalén y familiares: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? (Mc 3, 25-30), sino es con sus paisanos escandalizados porque les ofrece el testimonio del Reino. Pero sus paisanos, que están vinculados a la tradición israelita, no lo aceptan. Nos encontramos ante una novedad: no está en la casa eclesial, rodeado de los miembros de su familia, mientras los de fuera lo critican, sino en la sinagoga de su patria, entre sus paisanos.

Hoy la urgencia de potenciar y proteger a la familia se ha puesto como primera prioridad en la evangelización, pero ¿de qué familia se trata? No nos engañemos, la familia cristiana es en su raíz distinta de la familia de sangre, aunque no se contrapongan.

Primero, Jesús ha ofrecido su amistad hasta dar la vida, pero es rechazada porque la amistad que ofrece Jesús y que realiza en su vida con los pobres y parias de este mundo es anterior a cualquier vinculación de sangre. Recordemos que la amistad de David y Jonatán lleva a éste a enfrentarse con su padre, Saúl, para salvar la amistad con Jonatán. Aquí son los celos de Saúl los que quieren romper esta amistad. David lo sabe, y le dice a Jonatán: “tu padre sabe que te he caído en gracia”. La amistad es anterior a cualquier otra opción. ¡Cuántas rupturas aparecen, sin buscarlas, por el hecho de seguir a Jesús! Y la primera se da en el seno de la propia familia, entre los tuyos. ¿Celos de Dios?

En toda ocasión ama al amigo, el hermano nace para el peligro, el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Jonatán juzgó que tenía que oponerse a su padre y ayudar a su amigo y prefirió la amistad al reino que le ofrecía su padre. Aquel joven lleno de amor, no cejó en su amistad, y permaneció firme ante las amenazas, se olvidó de todos los honores, pero no de su benevolencia. Esta es la verdadera amistad: la que no se deja corromper por la envidia; la que no se enfría por las sospechas; la que no se disuelve por la ambición; la que, puesta a prueba, no cede; la que, a pesar de tantos golpes, no cae; la que, batida por tantas injurias, se muestra inflexible; la que, provocada por tantos ultrajes, permanece inmóvil (Beato Elredo).

Esta es la primera experiencia (muy común) de quien quiere formar parte de la familia de Jesús: los celos de la familia de sangre. A Jesús su familia de sangre israelita le dijo: “está fuera de sí” (exestê), loco perturbado y peligroso social (destructor de la familia), y desean separarle de las malas compañías. ¿Quiénes son? ¿La nueva secta? Son los pecadores, los publicanos, los marginados y excluidos sociales, por quienes va a dar su vida por amor. El rechazo de sus paisanos tiene su razón: vinculados a la tradición, no aceptan el testimonio del Reino con una nueva identidad social, nueva forma de comunicación y de relaciones personales. Es una subversión social, va contra la tradición del pueblo; los nazarenos representan la identidad patriarcal de la aldea israelita. Veintiún siglos después parece que seguimos igual o peor.

Jesús crea un tipo nuevo de familia.

Estas son las razones del escándalo de sus paisanos: saben su origen; se dicen: “¿de dónde saca todo?”, ignoran el origen de su sabiduría, también conocen a su familia, saben su oficio, carece de formación. Resulta peligroso, porque ha dejado su labor, ha roto su origen y su forma de trabajo. “¿No es este hijo de María?” Esto manifiesta que las obras de Jesús desbordan el nivel donde su madre ha podido situarle, y en la cuestión de hermanos y hermanas, para hacerse miembros de la Iglesia, estos hermanos y hermanas tendrían que dejar la estructura social y religiosa de su aldea y seguir al maestro creando el camino de su nueva familia mesiánica. Pero hay un plus: rechaza la seguridad de su vida y la solidez del modelo de familia y profesión en Israel. Rompe la comunidad cerrada de su patria y viene a presentarse, rodeado de discípulos, como iniciador de un grupo que incluye a los pobres y expulsados de la tierra.

La gente no lo acepta, quiere encerrarle en la familia vieja de su pueblo, y Jesús responde recordando a los profetas, que han sido rechazados de su patria y parentela. Ya no queda definido por el genos, vínculos de carne, cultura, nación, pueblo. Ahí no hay lugar para el mesianismo, luego, es lógico que rompa ese nivel de parentesco, ya que su nueva familia queda vinculada a aquellos que cumplen con él la voluntad de Dios.

Desde esta experiencia, expulsado de su patria, parentela y casa de Nazaret es desde donde ofrece Jesús a sus discípulos y amigos, y a todos los que quieran seguirle, la nueva comunidad mesiánica. No ha podido hacer ningún milagro porque él no es un mago que actúa sin contar con la libertad humana. Sólo puede curar donde hay fe, sólo puede cambiar a los demás si es que le aceptan.

Hoy conocemos, oímos, a los que sacuden la conciencia nacional. ¿Acaso no es un valor? Cierto. Se quebrantan los valores que sustentan la estructura familiar. ¿Acaso no son un valor a potenciar? Cierto. ¿Es positivo herir la fibra más sensible de nuestros paisanos? No. De lo que se trata es de ver dónde se sustentan estos valores, si en el nuevo programa de familia que presenta Jesús, abierto a la comunión, a la solidaridad, a la unidad, al compromiso con los pobres y a un mundo más justo y solidario o en defender nuestros privilegios y situación de vida ante el resto de la familia humana. Esta universalidad que presenta Jesús es la que rompe y crea conflictos familiares y hace saltar los nacionalismos. Pues bien, desde este fracaso que tiene Jesús, nace el principio de un nuevo mesianismo, de una nueva concepción de la familia humana. Todos hermanos y hermanas iguales y para siempre. ¿No ilumina esta novedad radical del evangelio la situación actual del mundo y la nuestra propia? Quien quiera entender que entienda.

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