Artículos y debate sobre la crisis del COVID-19

Esta pandemia que tanto se adhiere a los pulmones y que tanto destroza en ellos ya no nos abandonará sin una vacuna, porque el hombre del año en curso resulta incapaz de cuidarse por sí mismo, y mucho menos de cuidar a los demás que no sean los de propia camada familiar. Por mucho y muy sin medida que sea su cariño quiere a lo bestia, ya que no procesa la realidad porque no distingue entre lo grave o lo leve, para él meros juegos divertidos, y de este modo vive más allá de lo real, de las advertencias sobre una pandemia o una ademia, pues deambula entre las categorías de lo meramente posible. Y como todo es posible y nada tiene límites, ni siquiera lo imposible, eso le convierte paradójicamente en un hombre imposible. De ahí su peligrosidad y su destructividad con eso que llamamos ecología, y que al fin y al cabo no somos otra cosa que nosotros mismos.

Ciertamente nuestros padres nos han malcriado ajenos a la cultura de la realidad, transmitiendo tan sólo la de la arbitrariedad. Y lo mismo sea dicho de las escuelas. Vengo escribiendo en este sentido desde hace decenas de años, y cada vez tengo más el agua al cuello, pues no sirve de nada a nadie. Cabría incluso decir que cuanto más se escribe sobre asuntos trascendentales, menos plumas se preocupan por lo que yo, así que al fin y al cabo todos contentos. Todo cabe. No casi todo, sino todo.

Entre los libros de entretenimiento que comprábamos a nuestras hijas cuando eran niñas, me he encontrado hoy, enredando en su biblioteca, con tres ejemplares de ¿Dónde está Willy? Nos pasamos la vida buscando a Willy, que somos cada uno de nosotros, donde nunca lo encontraremos, en medio de la multitud, pues a ‘nuestro Willy’ no le confiere su identidad su atuendo externo, se viste por dentro.

«Vete despacio que a donde tienes que ir es a ti mismo», reza un proverbio zen. ¿Qué es este ‘ti mismo’? A él se refiere Juan Ramón Jiménez en un poema de Eternidades en el que glosa ese mismo proverbio zen:

¡No corras, ve despacio,
que adonde tienes que ir es a ti solo!
¡Ve despacio, no corras,
que el niño de tu yo recién nacido
eterno,
no te puede seguir!

Como todo el mundo sabe, la ciudad de S. Francisco se halla situada encima de la falla de San Andrés, uno de los accidentes geológicos más conocidos como generador de seísmos. Por eso, los científicos esperan que tarde o temprano se producirá un terremoto de potencia excepcional, de grado mayor que 8, duración de varios minutos y un tsunami adicional. La población lo tiene asumido y lo llama the Big One (el Grande). Puede ser el siglo que viene y también pasado mañana.

¿Qué decir de la pandemia actual por comparación? ¿Es la Big One de las epidemias? ¿Es la peor que se podía esperar? Rotundamente no, en absoluto.

Por comparación con las grandes epidemias del pasado, la actual apenas sería lo que una réplica a un gran terremoto. Por comparación a lo que esperan muchos especialistas, sólo un simulacro del futuro, pero lo suficientemente grave para aprender a evitar lo que puede venir y, según algunos, vendrá inexorablemente, aunque no sepamos cuándo ni qué patógeno será.

En la cátedra de Moisés han tomado asiento los letrados y los fariseos. Por tanto, todo lo que les digan, háganlo y cúmplanlo…, pero no imiten sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen. Atan bultos pesados y los cargan en las espaldas de los demás, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo. Todo lo hacen para llamar la atención de la gente: se ponen distintivos ostentosos y borlas grandes en el manto, les encantan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas, que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame ‘señor mío’. (Mateo 23, 13-15)

En estos días acudo también a la lectura del Evangelio. Y puesto que estamos en medio de una enfermedad pandémica, releo sobre todo las curaciones milagrosas. El estilo tan escueto y directo del evangelio puede producir a primavera vista la impresión de que estamos ante historias de un tosco y primitivo realismo. Pero esta impresión no hace sino velar precisamente su dimensión simbólica, profundamente elaborada, como demuestran la larga permanencia de su lectura y la riqueza compleja de sus múltiples interpretaciones.

(Para Antonio Rodríguez de las Heras, in memoriam. Con un abrazo de condolencia para sus hijos y especialmente para su esposa, Nani, pues también en este caso es verdad que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer.)

Hasta hace tan solo unos días el coronavirus no había golpeado cerca de mí. Ha matado a Antonio Rodríguez de las Heras, profesor de Historia en la Universidad Carlos III de Madrid, con un currículo de aportaciones al ámbito de la investigación y la reflexión muy notables. A mi me ha dolido especialmente porque he perdido a un amigo y a uno de mis maestros.

Conocí a Antonio R. de las Heras en las Escuelas de verano que se celebraban en Piornal, Jaraiz y Cáceres allá por los años 70 y 80 del siglo pasado. Yo formaba parte del grupo organizador y él, entonces profesor en la Universidad de Extremadura, colaboraba impartiendo cursos sobre Historia del Tiempo Presente, que eran muy bien acogidos y valorados por los asistentes.

Mientras el gobierno insiste –“¡Viva el 8-M!”– y se las da de héroe, en el anonimato hay otras personas sin tantas pretensiones que trabajan en el silencio de los laboratorios y las bibliotecas, buscando soluciones ingeniosas a los males que atacan a la humanidad, mientras otros se dedican a unas refriegas ideológicas ante las cámaras que difícilmente disimulan su inutilidad.

Muchos lectores saben que trabajo en el Servicio de Salud Pública desde hace más de 20 años, gracias a eso me comunico con frecuencia con microbiólogos, epidemiólogos, químicos, farmacéuticos, médicos e investigadores, tanto del sector privado como del público. Pues bien, en todo este tiempo de aplausos a los sanitarios que tratan directamente a los pacientes, son muy pocos los que conocen la labor de los que tratan de impedir que haya enfermos, y no por quitarles el mérito y el protagonismo a quienes los cuidan.