Reflexiones desde un punto de vista personalista comunitario.

Si yo digo hoy lo que sigue, van y me tachan de rarito, Borrell, cuidado con él: “El verdadero fundador de la sociedad civil fue el primer hombre que, tras cercar una porción de tierra, tuvo la ocurrencia de decir esto es mío, y dio con gente lo suficientemente simple como para hacerle caso”1. “Cuando el hombre descubrió que podía realizar las ventajas de la cooperación sometiendo a otros hombres en lugar de asociándoseles, siendo en él aún potentes los instintos animales, obligó a los más débiles a trabajar para él prefiriendo la dominación a la asociación. Así pues la cooperación, que debía llevar al triunfo de la solidaridad en todas las relaciones humanas, se tornó propiedad individual y gobierno, esto es, explotación del trabajo de todos en provecho de una minoría”2.

“Esas son las gentes que van al paraíso; con ellos no tengo nada que hacer. Es al infierno adonde quiero ir, porque es allí donde van los clérigos hermosos, los guapos caballeros muertos en los torneos y en las guerras de ganancia, los hombres de armas valerosos y los nobles. Allí van también las hermosas damas corteses hasta el punto de tener dos o tres amantes además de su marido; van allí también el oro y la plata, las pieles suntuosas; y también los músicos que tocan el arpa, los juglares, los reyes de este mundo: es con ellos con quienes quiero estar, a condición de que tenga conmigo a Nicolette, mi dulcísima amiga” Aucassin et Nicolette.

Cuando el niño malo se portaba indebidamente se le encerraba en el cuarto oscuro, y ahora se le manda al rincón; cuando el adulto malo desafinaba, se le mandaba al paredón, y ahora el toque de queda se usa para refrenar las ansias de abrazos de los amigos del botellón. Lo que pasa es que al apenas instaurado toque de queda le sigue un movimiento inercial de tocata, bocata y fuga, por aquello de que el primer deber del recluso es buscar su libertad a cualquier precio: cuando el alma no está queda, nada queda. El único toque de queda eficaz, del que no resulta fácil salir, es el de las sirenas y las púas alambradas de los campos de concentración, donde por antífrasis la inmensa mayoría se desconcentra. Así que, contando con ello, y resignándonos un poco, ¿qué se puede hacer durante el toque de queda?

30. T. O. 2020 Mt 22,34-40

Para Jesús es inseparable lo uno de lo otro. ¿Qué estamos exponiendo? Que es una ilusión pensar que se puede estar en buena relación con Dios, relacionándose mal con los otros, sean estos quienes sean. Es imposible tener relaciones con Dios sin tener relaciones fraternas.

Alguno puede decir que Jesús, al unir lo divino con lo humano, seculariza la religión, y así es en efecto, porque pone lo religioso en el ámbito de lo laico. Lo más grande en la vida es ser ni más ni menos que buena persona. Ese fue Jesús: un hombre que pasó por la vida haciendo el bien sin mirar a quien. Un hombre “muy bueno”: Dios. Dios no es inmanente al mundo, pero tampoco distante. En Jesús de Nazaret está unido lo divino y lo humano, pero no en apariencia, sino hasta las últimas consecuencias: dar la vida por amor.

Con más paciencia que el santo Job, vengo sufriendo a un “familiar” que se emporra continuamente y que cada vez que abre su sucia bocaza de albañal en las comidas es para decir en voz muy alta “me cago en Dios, en la Virgen”, etc. Presume de su ateísmo como si estuviera orgulloso de la ausencia del rudimento del tercer párpado, y eso lo hace además a modo de gracieta en cuantas celebraciones domésticas se presenta, pasando luego la gorra en busca de unos centavos en pago a su payasería. Por supuesto, los pocos católicos que quedan en mi familia, no se dan por aludidos al respecto, y hasta le ríen sus cagadas. Por oponerme a ello después de cincuenta años padeciendo este flagelo, el otro día se armó contra mí la marimorena de todos, de todos y de todas. Pero, dejando aparte al imbécil, a esta situación se llega también por la beocia de los propios creyentes. He aquí la genealogía de los cagamendioses:

Reduccionismo espiritualista: espíritu sí religión no. Excluyendo la mística como algo esencial al hecho religioso, ¿cómo entender a Juan de la Cruz, a Teresa de Jesús, a Rumi, etc? Sin mística, hasta las iglesias devienen sectas que sólo buscan aspirinas, logromotivaciones mundanas, y telepredicaciones sectarias.

Después de mi último artículo, y ya pasada mi cuarentena como columnista, aquí está Mambrú de nuevo como quintacolumnista. Ha obedecido las admoniciones de quienes le instaban a esconderse en la trinchera, pero regresa al campo de batalla de papel, porque ya no sirve para el frente de Aragón, primera línea de fuego. Agradecido a unos pocos amigos que le impelían para volver por los fueros de las barricadas sin esconderse, aquí cabalga de nuevo porque el día en que no dispara algún tirito muere sin ser matado, colmo de la vida inútil. Además el enemigo sigue ahí, en sus propias narices, así que al ataque con la escopetita de feria y cuatro perdigones.

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