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Reflexiones desde un punto de vista personalista comunitario.
Casi la mitad de la población mundial ha manifestado angustia y miedo durante la última pandemia, cuya fenomenología es:
1. ¿Por qué tenemos miedo? Porque el mundo es demasiado grande, no sólo el mundo exterior sino también el propio mundo interior. Todo nos viene grande porque somos los más grandes sobre la Tierra. Al pequeño, sin embargo, todas las cosas le resultan pequeñas, aunque magnifique su ego añadiendo cincuenta centímetros a su estatura.
5. Pascua 2022 C Jn 13,31-35
Somos conscientes del “escándalo para los creyentes y necedad para los gentiles” que provoca el rechazo de que Dios manifiesta su poder, su sabiduría y gloria en la cruz de un maldito. Ese es el evangelio de Juan: Jesucristo manifiesta el mismo ser de Dios.
“Ahora es glorificado el Hijo del hombre”. Hay que imaginarse lo que supone esta experiencia contemplativa de la gloria en el rostro de un esclavo entronizado.
La historia del mundo editorial en España durante el franquismo estuvo marcada por la Ley Fraga, que imponía la censura obligatoria previa a la publicación de artículos y de libros. Aquel filtro era demasiado tupido y los escritores sufríamos en nuestras carnes a la brasa la carencia de libertad, los secuestros de nuestros escritos, y a veces hasta la cárcel. No voy a detenerme en esto, afortunadamente superado y perdonado; otros filtros más sutiles existen con cada régimen. Debo añadir, sin frío ni calor, que, según consta en la Dirección General de Policía, he sido el autor más censurado de España, aunque sólo fuera porque me tocó redactar mensualmente ¡con pseudónimos, para tratar de despistar a los censores husmeadores! muchos de los folletos de 13 pesetas (Serie verde) y Roja (20 pesetas) en la amada Editorial Zyx (las tres últimas letras del abecedario, es decir, la dedicada a los más pobres culturalmente), Era una Editorial procedente de la naciente Iglesia “de izquierdas”, crítica con el régimen. A pesar de mi creciente habilidad para sortear a los sabuesos, no siempre lograba eludir su lápiz rojo; ellos siguieron siendo peritos en lo mismo cuando, después de servir al Régimen, se convirtieron en afamados decanos universitarios, etc, dicho sea sine ira et studio.
Si usted se encuentra a un filósofo en el tren y le pregunta por su profesión, éste, con toda probabilidad le mentirá. Y no porque los filósofos sean propensos a la mentira, sino más bien por todo lo contrario, porque la filosofía es una profesión muy peculiar, tan peculiar que el verdadero filósofo no la considera como tal, por lo que al mentirle le estará diciendo la verdad, aunque él siempre tendrá la duda de si le ha dicho la verdad o no. En esto precisamente, el verdadero filósofo empieza a experimentar en sí mismo la necesidad de aproximarse a la verdad, pues sabe que ésta le está vetada y lo único que le queda son sus ansias de verdad.
4 Pascua 2022 C Jn 10, 27-30
Somos un pueblo caminante siempre en búsqueda que, si no es guiado y protegido y orientado, se pierde, se desorienta, se extravía y se precipita en la ruina y en la descomposición. Hoy estamos necesitando cuidados, acompañamiento ser casa que acoge ante la crisis que la pandemia ha provocado. Ésta ha convulsionado las vidas de las personas, hemos perdido puntos de orientación, se cuestionan certezas, creencias, estilos de vida y prácticas. Nos preguntamos si el evangelio tiene algo que aportar ante esta situación de desorientación y pérdida de fundamentos. La crisis es generalizada: no tenemos referencias. Se acabaron las recetas, la crisis ha puesto de manifiesto que ese mundo en el que vivíamos se acabó, y no vale resistirse, porque ha muerto. ¿Qué es lo que ha muerto? El mundo de las certezas, de los seres invulnerables y el de la autosuficiencia. El miedo y la incertidumbre han crecido, y a muchos les ha llevado al abandono, a cerrarse en sí mismos, y aquí, “sálvese el que pueda”.
Hoy hemos cenado en Tijuana con un empresario dos veces secuestrado, y vivo de milagro después de un largo proceso de rehabilitación, pues le destrozaron la columna vertebral golpe sobre golpe con un martillo. Da pena verlo caminar completamente trastabillado bamboleándose como un poliomielítico de cuarenta años. Por si esto fuera poco, al terminar de cenar, rogó le acompañáramos a modo de escoltas hasta su casa, donde pareció respirar tras haber cerrado la cancela de la misma. Dentro se oían los ladridos graves y agudos de los mastines custodios, a modo de sinfonía canina, todo estaba sembrado de cámaras, sistemas de alarma y cuanto pueda ser imaginado, incluyendo lo inimaginable, pese a todo lo cual nuestro amigo Omar vive muerto de miedo, o casi muerto para ser más exactos, porque lleva a los secuestradores dentro de su cuerpo y de su mente golpeados. Su última defensa es el alcohol, al menos así cree neutralizar un mal con otro, sin fuerza de voluntad propia, porque el miedo es más fuerte que la voluntad que lo combate, si se trata de un miedo insuperable. Su casa es su refugio y su castillo, pero al mismo tiempo un reclusorio asediado. No hay dos sin tres, y para Omar no hay dos secuestros sin tres.
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