Reflexiones desde un punto de vista personalista comunitario.

33. T. O. 2022 C Lc 21,5-19

Jesús se echó a llorar”. Las lágrimas del profeta: solidaridad con el sufrimiento ajeno.

Estamos en tiempos difíciles. Ante la crisis que estamos padeciendo existen dos tipos de riesgos: los embaucadores con falsas expectativas mesiánicas y los agoreros que interpretan los signos de la historia fantásticamente aterrorizando a los crédulos. En realidad los problemas que sufre la humanidad tienen que ver con la ecología (estamos destruyendo el planeta tierra), la antropología (el hombre sobre todo el pobre, el anciano, los enfermos, el débil, el indefenso, es marginado), la economía (que crea cada vez más pobres) y la axiología (la ausencia de valores, el valor de la vida humana, la solidaridad, amor, laboriosidad, lealtad, honestidad…).En esta situación es el hombre la víctima. No faltan en este contexto de crisis los discursos brillantes que seducen, los populismos, etc. que no arreglan los problemas.

Poder amar y ser amado de manera íntima, plena, libre y total, es nuestra aspiración más radical, esta es la resurrección en la que creo

32. T. O. 2022 C Lc 20, 27-38

Unos que vivían un materialismo puro y duro (saduceos, senadores y ancianos) pretendían ridiculizar a Jesús. Jesús los lleva a la Escritura, al mismo Moisés, referencia indiscutible. A la vez les propone algo novedoso: la fe en un Dios de vivos y para la vida. Esto supone creer en la plenitud de la vida humana, superando la corta visión biologicista, pero también trabajar por la vida presente, que es anticipo de la vida plena a la que estamos llamados.

31. T- O. 2022 C Lc 19,1-10

Es Jesús quien levanta los ojos y ve al hombre rico. Zaqueo se sube a una higuera para “ver” a Jesús, sin embargo es Jesús quien toma la iniciativa: “hoy quiero hospedarme en tu casa”. Quiere sentarse a tu mesa porque quiere entrar en tu círculo íntimo. Este gesto provocador de invitarse a sí mismo muestra cuál es su misión: salvar lo que está perdido, en concreto la salvación de un rico.

30. T. O. 2022 C Lc 18,9-14

La sociedad en la que vivimos tiene tanto poder que está terminando por someternos a todos a sus dictados paganos. El hoy es pagano: no estamos ya ni en ateísmo, ni en laicismo, ni en secularismo, sencillamente somos una sociedad pagana, con sus dioses y diosas a las que se damos culto. Creo que, sin este reconocimiento, estamos dando palos de ciego. El resultado es claro: indiferencia ante lo importante en la vida. Ni certezas, ni convicciones; cargados de ideas estereotipadas, vacías. En este contexto la fe se va apagando en el corazón de no pocos. ¿Quién cuida el amor, la esperanza, la paz, el gozo de existir?

29. T. O. 2022 C Lc 18, 1-8

Hazme justicia frente a mi adversario”

Veintiún siglos pidiendo a Dios que arregle la injusticia de este mundo y la respuesta es el silencio.

Hoy Dios ni ha quitado la pandemia ni nos ha curado de la pandemia. Sabemos que, desde el comienzo del mundo, hay sufrimientos que esperan una respuesta, y seguimos poniendo a Dios en la silla de los acusados, seguimos preguntándole ¿por qué mueren los niños de pena, hambre, abandono, explotación? ¿Por qué nadie acude ante las mujeres humilladas? ¿Por qué tanta barbaridad e indignidad? ¿Por qué la guerra y la muerte de inocentes? ¿Por qué? ¿Por qué se premia a los injustos y se castiga a los justos?

27. T. O. 2022 C Lc 17,5-10

Para ser voz profética necesitamos reavivar la fe. “Todo es posible para quien cree”. Lo dice Jesús.

¿Qué hacemos nosotros si no tenemos fe? ¿Cómo vamos a proclamar la Buena Noticia de que Jesucristo ha resucitado, con las consecuencias que este anuncio tiene para la vida plena de los hombres? Somos sujetos, a veces pasivos y a la vez activos de la mediocridad, del aburguesamiento, del agnosticismo y el ateísmo, en el que vivimos… mucho compromiso solidario y poco anuncio del kerigma. Sin este anuncio no hay evangelización. Y no digamos que no estamos para catequizar porque, Emmanuel Mounier, filósofo, laico, profeta, del siglo XX no se dedicó a catequizar, sino a dar testimonio vivo en su vida de la resurrección de Jesucristo. La cárcel, la persecución, la enfermedad, la pérdida de seres queridos, el rechazo por parte de la Iglesia, la pobreza, vivida y buscada, le llevaron a vivir la experiencia de la cruz y a anunciarla como salvación y esperanza que no falla.

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